El aprendizaje de una lengua extranjera es un proceso complejo que requiere la activación de distintas capacidades y competencias, de forma que ese aprendizaje sea verdadero y efectivo. Actualmente, es consensual considerar que el aprendizaje de una o dos lenguas extranjeras es parte fundamental de los curricula escolares y que, cuanto más temprano el alumno tenga la posibilidad de estudiar una segunda o tercera lengua, más fácil será ese aprendizaje. Sin embargo, el proceso de aprendizaje de esa(s) lengua(s)  estará, necesariamente, asociado a características personales e individuales del alumno, como la edad o el conocimiento lingüístico previo que éste posee, y también a factores endógenos como el medio o contexto donde el alumno viva o la propia situación de aprendizaje.

La motivación que lleva a los alumnos a elegir una u otra lengua extranjera radicará en razones diferenciadas en cada caso, pero la idea de que el conocimiento de otras lenguas, además de la lengua materna, constituye un elemento decisivo en el proceso de aprendizaje individual, con consecuencias en la prosecución de objetivos propios en el futuro, es una premisa irrefutable. En los días de hoy, las fronteras entre estados están cada vez más tenues, en particular entre los países que forman parte de la Unión Europea con la libre circulación de personas, bienes y servicios. Por otra parte, la abertura a los mercados de las llamadas economías emergentes y los modelos de comunicación basados en la idea de una unión sin fronteras, a través de la red, torna cada vez más imperativo el conocimiento de lenguas extranjeras.